El día a día en Carprinter

Si algo nos ha enseñado la experiencia en Carprinter, es que el tiempo es relativo. Para algunos, tres o cuatro días para un encargo es razonable; para otros, es una eternidad y esperan que su pedido esté listo ayer. Así que hoy queremos hacer un homenaje (o un desahogo) a esos clientes con prisa, esos que llegan con la idea revolucionaria de que podemos alterar las leyes del tiempo y el espacio solo para ellos.

Y sí, lo hacemos lo mejor posible. Pero... ¿sabían que pelar vinilos no es como pelar una mandarina? Vamos a contarles un poco más sobre las joyas que nos visitan a diario.


 

1. El cliente del "es solo cortar y pelar"

Llega con una cara de seguridad impresionante y nos dice con total confianza:

— “Mira, es solo cortar y pelar, ¿me lo puedes tener para mañana?”

¡Claro! Solo cortar y pelar… lo que no explica es que nos trae un texto con un trazo de 1 mm (mínimo pelable: 1.5 mm, por si aún no queda claro). Y además, no es un solo rótulo, sino que trae una tirada de 50 logos con letras del tamaño de una hormiga en una tipografía que parece hecha por un cirujano con pulso de acero.

Lo que este cliente no ve es que detrás del mostrador movilizamos a toda la empresa para ayudar con el proceso: pinzas en mano, vista fija, respiración contenida… cualquier error y el vinilo puede rasgarse, lo que significa empezar desde cero.

Pero bueno, lo logramos. Y cuando le entregamos su pedido reluciente, nos suelta con una sonrisa:

— "¡Ah, qué rápido! ¡Al final no era tanto trabajo!"

Claro, claro… si apenas hemos sacrificado nuestra hora de comida y media jornada de producción.


2. El cliente "VIP" (que no es VIP)

Este es uno de nuestros favoritos. Aparece con cara de urgencia, sudando y con la respiración agitada, como si hubiera corrido una maratón:

— "Es que lo necesito para ya. Es súper importante. ¿Me lo podéis hacer en el momento?"

Y claro, como somos unos profesionales, dejamos lo que estamos haciendo y le damos prioridad a su trabajo. El plóter empieza a imprimir a toda máquina, nos organizamos para cortar, pelar, preparar y montar todo en tiempo récord.

Una vez que terminamos, le llamamos:

— "¡Tu pedido está listo!"

¿Y qué pasa? No viene a recogerlo en un mes.

Nosotros, que pensamos que este encargo era más urgente que una llamada del 112, terminamos viendo su pedido acumulando polvo en la estantería. Cuando al fin decide aparecer, dice con toda tranquilidad:

— “Ah, es que he estado liado.”

Nosotros, por supuesto, con una sonrisa profesional, pero por dentro… nos mordemos la lengua.


3. El cliente que no sabe organizarse (pero la culpa es nuestra)

Este es el que llega el día antes de su evento súper importante. Ha tenido meses para preparar todo, pero, por alguna extraña razón, decidió que hoy era el mejor día para encargar 200 carteles y 5000 pegatinas.

— "Oye, que tengo un evento mañana y necesito esto urgente."

Nosotros, miramos la cola de trabajos pendientes:

✅ Pedidos programados con anticipación.
✅ Trabajos de clientes que sí respetaron los tiempos.
✅ Nuestro propio horario de comida (sí, también necesitamos comer).

Pero claro, según él, su pedido es más importante que los demás y, por arte de magia, tenemos que colarlo por encima de todo.

— “Es que me la jugáis, de verdad, que esto es muy importante para mi negocio.”

Sí, claro, y el resto de nuestros clientes que hicieron su encargo con tiempo, ¿qué son? ¿Clientes de segunda?

Lo curioso es que, después de correr para hacer su pedido, muchas veces estos clientes nos dicen:

— "¿Me lo puedes guardar hasta la próxima semana?"

Respiramos hondo. Contamos hasta diez. Y seguimos adelante.


4. El cliente que cree que el plóter imprime a la velocidad de la luz

Este cliente tiene una fe ciega en la tecnología, más de la que debería. Se presenta en la tienda y dice:

— "Necesito 300 carteles en tamaño A1, pero para hoy, ¿eh?"

Nosotros intentamos explicarle que el plóter no es un microondas. Cada impresión toma su tiempo, hay una cola de trabajos pendientes, y además, el secado de tinta no es inmediato.

Pero él no escucha. En su cabeza, imagina que nuestro plóter imprime, corta, seca y empaqueta los carteles en segundos como en una película de ciencia ficción.

— "¿Pero no tenéis otra máquina que lo haga más rápido?"

Sí, claro, en el departamento de fantasía e ilusiones.


A pesar de todo, seguimos aquí (y con buena actitud)

Después de leer todo esto, podrías pensar que nos pasamos el día frustrados. Pero no. Porque, al final, también hay clientes que valoran nuestro trabajo, que nos dejan margen de tiempo y que cuando les decimos "esto no se puede hacer tan rápido", lo entienden.

Para los otros… bueno, nos gusta pensar que algún día aprenderán.

Mientras tanto, aquí seguimos, con nuestras pinzas en mano, el plóter imprimiendo sin descanso, y un equipo que lo da todo para ofrecer el mejor servicio posible.

Y si has leído hasta aquí y te has sentido identificado como cliente… ¡haz tu pedido con tiempo!.